Hay veces que tras la sencillez se oculta la mayor de las complejidades y ese es el modo de escribir de Cormac McCarthy como ya lo demostró con No es país para viejos. Una lectura fluida y fresca, en ningún caso se puede calificar como sencilla, porque esconde una gran cantidad de significados en las frases y las situaciones que viven los personajes, que te engancha desde el primer momento, donde hasta las circunstancias más trágicas y dramáticas, algunas realmente brutales, se te hacen creíbles.
La carretera me parece un obra excelente, una auténtica joya, perfectamente escrita y que no da lugar a la indiferencia. ¿Qué sería capaz de hacer un padre por salvar a su hijo? Y no sólo me refiero a la salvación física del crío en un medio totalmente hostil y devastado, sino a la salvación moral, a la enseñanza de unos principios de supervivencia del ser por encima de las horribles penurias de encontrarse en un mundo postapocalíptico, en el que los restos de la humanidad convierten en depredadores a los unos de los otros, con tal de vivir un día más aunque sea entre la miseria, el hambre y la desesperación de una vida cuyo final es tan cierto, tan cercano y tan frío como el aliento de la muerte. No hay mucho lugar a la esperanza, si es que hay alguno, pero a pesar de ello, los hombres intentan seguir viviendo sus vidas, aferrándose a algo que es el motor de todas las vidas: el amor. Y no hay nada mayor que el amor que puede sentir un hombre hacía su hijo, un amor que te hace sobreponerte a esos malos días, en los que llegas hastiado después de una larga jornada, pero que esperas que acabe sólo por ver a tu hijo, sin necesidad de palabras, ni besos o de brazos, sólo saber que está ahí y que él sienta que tu estás ahí para él, para todo.
Es una novela escalofriante, pero no es una novela de terror al uso. Es una novela sobre el camino, pero no es una novela de viajes, donde no importa tanto como es el viaje ni a donde llegarán los caminantes sino como evolucionan mientras recorren el camino. Es una novela sobre religión o sobre la idea de Dios (o sobre si existe un Ser Superior que creó a los hombres a su imagen y semejanza y a los que luego repudia y les hace sufrir hasta lo intolerable), pero no es el tema central. Es una novela de ciencia-ficción pero tienes la sensación de realismo, de que es posible que seguimos maltratando nuestro entorno, nuestro mundo, esto se puede acabar de la peor de las maneras posibles. Es todo eso y mucho más y todo ello en pocas páginas. Y es ahí, com decía al principio, donde la sencillez y la complejidad se dan la mano.
La ética y los principios de supervivencia del padre se enfrentan a la bondad personificada en el hijo, en la esperanza y la ayuda al necesitado. Pero, ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar por vivir un día más? Es difícil de responder hasta que no te enfrentas a esa situación extrema.
Y la adaptación cinematográfica es bastante fiel a la novela (al igual que pasó con No es país...) La interpretación de Viggo Mortensen es excelente, aunque le dan bastante protagonismo a la relación con su esposa, que en la novela es bastante más reducida. La fotografía y los paisajes grises y oscuros son fiel reflejo de la novela. No apta para todos los públicos y menos si te pilla en un día de bajón, pero altamente recomendable.
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