domingo, 23 de mayo de 2010

Vals con Bashir y Notas al pie de Gaza

La memoria es cruel, pero la falta de ella lo puede ser más. El cerebro y su funcionamiento es un misterio que aún nos cuesta desentrañar. A veces ocurre que tras vivir situaciones muy traumáticas, estas son sepultadas y olvidadas para evitar revivirlas y eso es lo que le ocurre al director de la película de animación Aril Folman, a caballo entre la película antibélica y el documental, sacando lo mejor de todos ellas. Las películas de animación dejaron hace tiempo de ser un coto vedado para la infancia y la mayoría de las películas "infantiles" tienen guiños para los padres, algunos incluso subidos de tono (todos recordamos películas como Heavy Metal -de géneros fantástico y musical- o Fritz el gato -con un alto contenido sexual y violento-, creadas para un público adulto).
Pero esta película supera en mucho a otras que haya visto jamás. El tema del recuerdo ("La memoria es una cosa viva. Y si algún recuerdo se olvida la memoria rellena el hueco con cosas que nunca ocurrieron"), el sobreponerse al ver lo peor de lo que el hombre es capaz de hacer, pero como contraposición, al lado nos encontramos con la amistad, la amistad que se crea en esas duras circunstancias y los mecanismos de autoprotección posteriores que nos permiten seguir viviendo. Todo ello llevado con un dinamismo y una narración de los hechos excelente. Aquí queda demostrado que no es necesario mostrarnos un escenario lleno de explosiones, cuerpos descuartizados y rebosante de sangre para mostrarnos la dureza de la matanza de Sabra y Shatila y la falta de imágenes reales y tan directas no hacen que se nos quite el mal sabor de boca ni el nudo del estomago sino que a veces las animaciones y la perfecta conjunción con la música enriquecen el modo de contar la historia. Imprescindible.
Un caso similar es el de Joe Sacco, un periodista independiente que en lugar de contar sus historias de la manera tradicional del periodismo lo hace a través del dibujo, creando una nueva rama del periodismo. En esta ocasión se interna en la Franja de Gaza para contarnos a través de cientos de entrevistas a los supervivientes de la matanza producida en el campo de refugiados de Khan Younis, donde los soldados israelies mataron a 111 palestinos. De nuevo la memoria y como el paso del tiempo transforma lo ocurrido, quita y pone personas, lugares o hechos y aunque sean recientes al final es dificil desentrañar lo real de lo imaginado.
Sacco es un gran contador de historias pero no un muy buen dibujante (los rostros son todos muy similares), pero se basa en una perfecta documentación para contarnos su historia como ya hizo con la guerra de Bosnia (El final de la guerra) o en Gorazde: Zona protegida. Innegable deudor de Spiegelman (y de su obra maestra, Maus), es un buen contador de historias pero a veces con su idea de ampliar la historia con más detalles o testimonios difumina la esencia de la historia. Pero lo importante en ambas obras es la importancia de la memoria histórica, cosa que en nuestro país, como viene sucediendo ultimamente, se convierte en un debate más ideologizado, manipulador y sin sentido que histórico y responsable para evitar revivir los errores del pasado.

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