viernes, 17 de abril de 2009

Un hombre en la oscuridad

No, no voy a hablar de la vida de un trabajador del Metro, ni de un putero en medio de la noche perdido en la Casa Campo, sino del libro de Paul Auster del mismo título. Yo, que me convertí en un Austeriano (bonito palabro) convencido después de leer su Trilogia de Nueva York y que me quedé con un sabor agridulce leyendo Brooklyn Folies, tras leer Un hombre... me siento un tanto defraudado por el resultado. La forma de escribir y describir a sus personajes y situaciones es, como casi siempre, magnífica, pero me resulta demasiado desilvanada, como escrita sin ganas y dejados los personajes y las historias a medias, algunas incomprensiblementes. Muchas buenas ideas muy mal desarrolladas. Partiendo de la teoría del filósofo italiano del siglo XVI Giordano Bruno de la existencia de mundos paralelos, ya que si Dios existe y es infinito, entonces debe de haber un número infinito de mundos, de pronto nos encontramos a un hombre hundido en un agujero en medio de un campo de batalla de una nueva guerra civil en los EstadosUnidos entre Federales y Secesionistas. Sin saber como ha llegado allí, ni el por qué de esa guerra, ya que ese no es su mundo, unos soldados le dicen que él es el salvador de ese mundo paralelo y que la única manera de salvarlo es matando a un anciano crítico literario que pertenece a su verdadero mundo que debido a su insomnio y para poder pasar sus noches en blanco se ha inventado este mundo paralelo, convertido en un mundo cierto en ese otro plano. ¿Pero qué, cómo, qué me cuentas? Es decir, un lío padre de tres pares de cojones que en poco más de 200 páginas se ventila de un plumazo y todo ello haciendo un max-mix que te deja "cero grados", es decir, ni frío, ni calor. Es capaz de la invención de una América alternativa, sin guerras de Irak y con las Torres gemelas aún en pie, con seguridad social y libre de contaminantes y llena de energías renovables, es decir, un mundo feliz y un tanto ridículo, pero también es capaz de destapar en tres párrafos y con una intensidad contenida el desasosiego, la desesperación, el dolor y la amargura, para concluir finalmente, que a pesar de todo "el peregrino mundo sigue girando". Auster, capaz de lo mejor y lo peor, termina quedándose en un terreno de nadie. Lástima.

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